Al comenzar el cónclave para la elección de un nuevo Papa se reúnen los cardenales de todas las naciones. Según una costumbre que data del siglo XIX, para los que están fuera de la Capilla Sixtina, la señal de que un nuevo Papa ha sido elegido es que por una chimenea del vaticano sale un humo blanco, o negro si aún no se ha llegado a un consenso. El 8 de mayo de 2025 el mundo vio salir de la chimenea del Vaticano el humo blanco, y poco después se supo que Robert Francis Prevost Martínez, nacido en Chicago el 14 de septiembre de1955, había sido elegido por más de dos tercios de los votos, Sumo Pontífice, Papa de la iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano, en sustitución del fenecido Papa Francisco. Cuando la prensa dominicana, el 8 de mayo de 2025, hizo referencia a los hallazgos del genealogista e historiador Jari C. Honora, del museo Histórico New Orleans Collection, quien reveló que el acta de matrimonio de 1887 de los abuelos maternos del pontífice, indican que el señor Joseph Norval Martínez, abuelo del Sumo Pontífice, es de nacionalidad dominicana, inmediatamente, comenzaron los comentarios y debates relativos al nuevo Papa, así como un gran entusiasmo de los dominicanos al saber que el papa número 267 era de ascendencia dominicana. Un factor que consideramos de importancia se refiere al nombre que escogió el nuevo Papa y por el cual será conocido durante todo su pontificado. Esta selecciónn de nombre es totalmente libre y simbólica, y suele reflejar una intención espiritual, una inspiración personal o un homenaje a un Papa anterior o santo. Robert Francis Prevost Martínez escogió el nombre de León XIV, en honor a León XIII. Relacionado con el Papa León XIII, el Instituto de Educación Superior en Formación Diplomática y Consular (INESDYC) realiza una investigación sobre los tratados fronterizos entre 1678 y 1936, y una parte substancial de la investigación es el Tratado de Paz, Amistad, Comercio, Navegación y Extradición, firmado el 9 de noviembre de 1874 por los presidentes de la República Dominicana, el general Ignacio María González, y de Haití, Michael Domingue, el cual fue a parar a manos de dicho Papa para que sirviera de árbitro en la solución de los problemas fronterizos dominico-haitianos del momento. Del Tratado de 1874 El Tratado de 1874 resultó altamente conflictivo, hasta el punto de que tuvo que buscarse la intervención del Papa León XIII para que sirviera de arbitro. El Tratado de 1874 surge a raíz de las Guerra de los Seis Años, ocurrida inmediatamente después de que la República Dominicana alcanzó su Independencia de Haití en 1844. Durante la Guerra de los Seis Años Haití invadió a la República Dominicana 14 veces, en un esfuerzo por recuperar la posesión de la parte oriental de la isla de Santo Domingo. Esta guerra terminó en 1856 con la batalla de Sabana Larga y un Armisticio de Paz firmado ese mismo año. Debido a dicho armisticio pasan a manos de Haití los territorios batallados de Hincha (lugar de nacimiento de Pedro Santana), San Miguel de la Atalaya, San Rafael de la Angostura y Las Caobas, que antes y durante de la invasión de Haití a Santo Domingo del Este, en 1844 habían estado densamente poblados por ciudadanos haitianos y que al retiro de las tropas del país vecino permanecieron ocupadas. Más aún, durante las Gestas de la Restauración (1863 – 1865), y en batallas sostenidas en la frontera dominicana, el gobierno de Haití prestó su apoyo a los revolucionarios dominicanos que peleaban en contra de España y comenzaron a ocupar algunas posiciones que formaban parte del territorio dominicano, las que incluían a Rancho Mateo, Veladero y Cachimán. Cabe señalar que, de acuerdo con el Tratado de Aranjuez de 1777, los territorios de Hincha, San Miguel de la Atalaya, San Rafael de la Angostura y Las Caobas, así como los de Rancho Mateo, Veladero y Cachimán eran parte del Santo Domingo Español. En 1887 ocurre un cambio en la política fronteriza cuando el presidente Ulises Heureaux acepta rectificar la frontera dominico-haitiana a cambio de una compensación pecuniaria que debía ser pagada por Haití. El 3 de julio de 1895 culminan las consultas de un plebiscito a través del cual se apoya la posición del gobierno y se formula la necesidad de arbitraje para resolver los problemas creados por el Tratado de 1874. Durante las discusiones se redactó un acuerdo provisional el 8 de abril de 1895 que estipula la necesidad de nombrar un árbitro para la solución de los problemas fronterizos dominico-haitianos y se propone al Papa León XIII, al presidente de los Estados Unidos y al gobierno belga o el holandés para ejercer esas funciones. En ese contexto se firmó la Convención de Arbitraje de 1895 el 3 de julio de ese año, la cual dice lo siguiente: La dificultad que ha surgido entre el Gobierno Dominicano y el Gobierno Haitiano, respecto de la interpretación del artículo 4to. del Tratado de 1874, será sometida al arbitraje de Su Santidad el Papa, a cuya bondad paternal e imparcial será pedido que decida si el dicho artículo 4to. del Tratado de 1874 tiene el sentido y da el derecho que le supone el Gobierno Haitiano o el que le supone el Gobierno Dominicano. La cuestión fronteriza dominico haitiana sometida a arbitraje al Papa León XIII en 1896 Con la firma de la Convención de 1895 se puso en ejecución la mediación convenida para que el Papa León XIII sirviera de árbitro de los derechos que les correspondían a las partes contratantes, según el artículo 4 del Tratado de 1874, cuyo texto fue redactado así: Las altas partes contratantes se comprometen formalmente a establecer de la manera más conforme a la equidad y a los intereses recíprocos de los dos pueblos las líneas fronterizas que separan sus posesiones actuales. Esta necesidad será objeto de un tratado especial, y para ese efecto ambos Gobiernos nombraran sus comisarios lo más pronto